La mansedumbre

ÉLa mansedumbre es especialmente preciosa y valiosa para Dios, la mansedumbre es el fruto más dicificil de realizar por qué hay que morir a uno mismo y por lo tanto es el más raro.

La mansedumbre no tiene nada que ver con aquel que pierde la calma fácilmente, aquel que es inflexible, no perdona, tiene raíces de amargura, no se calla, etc.

En aquel que tiene mansedumbre no busca lo suyo, sino aquel que se adapta a las circunstancias, a los planes de Dios aún que no estén planeadas. Aquel que se mantiene en calma aún a pesar de las situaciones difíciles, la mansedumbre  es hermana de la benignidad,  la persona que es mansedumbre es servicial, sabe esperar. 

¿Cómo podemos vivir con mansedumbre, y enfrentar al mundo? Es importante saber confrontar al mundo y lo que pasa a nuestro alrededor sin perder la mansedumbre. 

En Lucas 14:10 nos habla de no ser protagonista, en Mateo 11:29, Nos habla de la necesidad de ser mansos y humildes como Cristi para tener descanso en el alma y así poder llevar su yugo.

La mansedumbre es una cualidad del carácter, es una fortaleza, que nos da a nuestro carácter, el manso no es débil sino fuerte.

En Prv 16:27 nos habla de la mansedumbre provoca que el enojo tarde en llegar y ahí se muestra la fortaleza.

Moises era el hombre más manso que encontramos en el antiguo testamento, donde vemos que Moises enfrentó a faraón con mansedumbre pero con decisión.  En Ex 32: 19-20 nos habla de que Moises ardió en ira y castigo al pueblo,  porque estaba actuando en contra de Dios, y el actuó en celo, pero no dejo de ser manso. También hizo lo mismo cuando Core actuó en contra de Dios, pero cuando Aarón y María actúan en contra de Moises el no dijo nada y espero en Dios para que él se encargará de ellos.

Esto implica que nuestra mansedumbre no debe ser pasiva de no tomar decisiones, cuando se trata de Dios hay que defender, pero es cuando es contra nosotros debemos esperar en El.

La mansedumbre te lleva a tener el carácter de Cristo, pero debemos aprender a morir a nosotros mismos. Y buscar la presencia de Dios para que la mansedumbre llegue a ti.