ARTICULO PARA JOVENES



CIENTÍFICOS  DE LA HISTORIA QUE TENÍAN SU FE PUESTA EN DIOS.

Abundan los científicos que creen en Dios.  Ellos son testigos de que, por la ciencia, el corazón humilde descubre la grandeza de Dios.  La verdadera enemiga de la fe es la soberbia y no la ciencia.   
Jeremías 9:23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

A continuación les dejo una lista de los científicos de la historia que tenían su fe puesta en Dios y sus expresiones de reconocimiento por la grandeza de Dios.
Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo: “Dios es grande, grande es su poder, infinita su sabiduría. Alábenle cielos y tierra, sol, luna y estrellas con su propio lenguaje. ¡Mi Señor y mi Creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarla a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla”.
        Nicolás Copérnico (1473-1543), astrónomo: “¿Quién que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes? ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?”.

        Isaac Newton (1643-1727), fundador de la física teórica clásica: “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”.

        Carlos Linneo (1707-1778), fundador de la botánica sistemática: “He visto pasar de cerca la Dios eterno, infinito, omnisciente y omnipotente y me he postrado de hinojos en adoración”.

        André-Marie Ampere (1775-1836), descubrió la ley fundamental de la corriente eléctrica: “¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia una nonada!”.

        Augustin Louis Cauchy (1789-1857), insigne matemático: “Soy cristiano, o sea, creo en la divinidad de Cristo, como todos los grandes astrónomos, todos los grandes matemáticos del pasado”.
        Carl Friedrich Gauss (1777-1855), uno de los más grandes matemáticos y científicos alemanes: “Cuando suene nuestra última hora, será grande e inefable nuestro gozo al ver a quien en todo nuestro quehacer solo hemos podido vislumbrar”.

        Justus von Liebig (1803-1873), célebre químico: “La grandeza e infinita sabiduría del Creador la reconocerá solo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran libro que llamamos la naturaleza”.

        Robert Mayer (1814-1878), científico naturalista (Ley de la conservación de la energía): “Acabo mi vida con una convicción que brota de lo más hondo de mi corazón: la verdadera ciencia y la verdadera filosofía no pueden ser otra cosa que una propedéutica de la religión cristiana”.

        Pietro Angelo Secchi (1803-1895), célebre astrónomo: “De contemplar el cielo a Dios hay un trecho corto”.

        Charles Darwin (1809-1882), naturalista (Teoría de la Evolución): “Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios me parece la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre hayan sido frutos del azar”.

        Thomas Alva Edison (1847-1931), el inventor más fecundo, 1200 patentes: “Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de todos ellos: Dios”.

        K. L. Schleich (1859-1922), célebre cirujano: “Me hice creyente a mi manera por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto está a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión”.

        Guglielmo Marconi (1874-1937), inventor de la telegrafía sin hilos, premio Nobel en 1909:“Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración, y creo, no solo como católico, sino también como científico”.

        Robert Andrews Millikan (1868-1953), físico, premio Nobel en 1923: “Puedo de mi parte aseverar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”. 

        Arthur Stanley Eddington (1882-1946), astrónomo: “Ninguno de los inventores del ateísmo fue naturalista. Todos ellos fueron filósofos muy mediocres”.

        Albert Einstein (1879-1955), fundador de la física contemporánea, premio Nobel en 1921 (Teoría de la Relatividad): “Todo aquel que está seriamente comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos sentirnos humildes”.

        Max Plank (1858-1947), fundador de la física cuántica, premio Nobel en 1918: “Nada pues nos lo impide, y el impulso de nuestro conocimiento lo exige… relacionar mutuamente el orden del universo y el Dios de la religión. Dios está para el creyente en el principio de sus discursos, para el físico, en el término de los mismos”. 

        Erwin Schrödinger (1887-1961), creador de la mecánica ondulatoria, premio Nobel en 1933: “La obra maestra más fina es la hecha por Dios, según los principios de la mecánica cuántica…”.

        Howard Hathaway Aiken (1900-1973), matemático e ingeniero: “La moderna física me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a sí misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una “Causa Primera” grande, que no está sometida a la segunda ley de la transformación de la energía y que por lo mismo, es Sobrenatural”.

        Wernher von Braun (1912-1977), ingeniero aeroespacial: “Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración”.

        Charles Hard Townes (1915-), físico, premio Nobel de Física en 1964: “Como religioso, siento la presencia e intervención de un ser Creador que va más allá de mi mismo, pero que siempre está cercano… la inteligencia tuvo algo que ver con la creación de las leyes del universo”. 

        Allan Sandage (1926-), astrónomo, calculó la velocidad de expansión del universo y la edad del mismo por la observación de estrellas distantes: “Era casi un ateo prácticamente en la niñez. La ciencia fue la que me llevó a la conclusión de que el mundo es mucho más complejo de lo que podemos explicar. El misterio de la existencia solo puedo explicármelo mediante lo Sobrenatural”.

LA CIENCIA NO ESTA PELEADA CON LA PALABRA, AL CONTRARIO LA AFIRMA.


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