Un modelo ejemplar



Mateo 5:6
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”

El mejor modelo ejemplar que podemos tener, después de Cristo, es la mamá.

Dios diseñó un plan perfecto. En la antigüedad, en los tiempos bíblicos, cada una de las 12 tribus de Israel poseía o desarrollaba un talento o una habilidad diferente, y dentro de la familia, al ser el hombre el que tenía que salir a trabajar, la educación de los hijos recaía en la madre. Las mujeres, además de encargarse de las labores del hogar, también aprendían un oficio que ejercían dentro del hogar y eran ellas las encargadas de instruir a los niños y las responsables de su educación integral.

Proverbios 14:1 “la mujer sabia edifica su casa; más necia con sus manos la derriba.”

Todos los días, sin que tú te des cuenta, estás siendo un modelo para tu hijo, y él va siendo formado o “deformado” dependiendo de lo que le muestres cada día.

La palabra de Dios en Mateo 5:6 dice que son bienaventurados los que desean dentro de sí, con todas sus fuerzas, hacer la voluntad de Dios. Aquellos que quieren servir a Dios con todo su corazón son “bienaventurados”, lo cual quiere decir “doblemente bendecidos”.

Pero si, además de desear hacer la voluntad de Dios, también te vistes como un “modelo ejemplar” para que tu hijo te vea y observe cómo reaccionas en cada circunstancia, entonces esa bendición se multiplica y se reproduce al 30, al 60 y al 100 por uno.

Si como madres nos aferremos a agradar a Dios haciendo su voluntad, esto nos traerá una bendición muy poderosa sobre nuestros hijos, y suplirá todas nuestras necesidades y deseos. Si crees que no puedes más con la educación de tus hijos y sientes que ya hiciste de todo para corregirlo y nada funciona, sólo entrégaselo a Dios. Aférrate a hacer su voluntad, y Él concederá las peticiones y deseos de tu corazón.

Una excelente muestra de un modelo ejemplar es lo que le dice Pablo a Timoteo:

2 Timoteo 1:5 “…trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”

Nuestra fe debe ser genuina, no fingida, no falsa, no mediocre, no a medias. Sino genuina, verdadera. 

Y qué mejor ejemplo y modelo para tus hijos, que manifestar una “fe no fingida”, lo cual desencadenará directamente en una bendición generacional que pasará a sus hijos y a los hijos de tus hijos.

Como madres, necesitamos cultivar la "fe no fingida". Y si a partir de tí va a empezar la bendición para tu descendencia, entonces necesitas empezar a tener la mentalidad de ser el mejor modelo que exista para tus hijos.

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