¿Qué obstáculos me impiden recibir liberación en mi vida?



Para poder ser libre, es importante estar consciente de cuáles son los obstáculos que nos impiden recibir la liberación que tanto anhelamos para nuestras vidas. Entre las diversas causas podemos mencionar las siguientes:

1. No hay arrepentimiento. No existe un reconocimiento de nuestras faltas ni un dolor genuino por haber ofendido a Dios. La soberbia y el orgullo predominan en nuestras vidas. El arrepentimiento se da cuando reconocemos que realmente hemos pecado y esto provoca remordimiento en nuestras vidas. La palabra arrepentimiento proviene del griego “metanoir” que significa “volver en sí, o volver de la locura”.

2. No existe el deseo de cambiar. La falta de desesperación por la situación en la que estamos hundidos y el hecho de que no vivamos hastiados de nuestra situación, al grado de aborrecer el estado en el que vivimos, nos impide ser liberados. Para poder ser libres, necesitamos desear ser libres. Recuerda que Dios concede los deseos de tu corazón. El conformismo es el peor enemigo para poder alcanzar tu liberación.

3. Egoísmo o el deseo de atención. Es importante analizar si lo que realmente buscamos es ser liberados, o sólo se trata de una estrategia para llamar la atención, para exhibirnos, quizás porque nos sentimos ignorados por los demás o con baja autoestima, poco importantes.

4. Falta de honestidad. El no ser honesto y no confesar un pecado específico, abre puertas al enemigo, quien toma un derecho que nosotros mismos le otorgamos. 

5. Ser parte de una batalla mayor. Puede ser que la situación en la que nos encontramos sea parte de una batalla mayor, es decir, donde Dios tenga un propósito mayor sobre nuestras vidas.

6. Falta de perdón. Si no hemos perdonado a otros, difícilmente lograremos que Dios pueda liberarnos.

7. Incredulidad. Si existe incredulidad y duda al pedir ser liberado, entonces nada ocurrirá en nuestras vidas.

8. Alianzas ilícitas. Dios no puede liberar a alguien cuando existen relaciones y alianzas ilícitas con almas impías. Por ejemplo, en los casos de fornicación y adulterio.


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